Nuestra razón,
dirá Juan Pablo II, nunca va a poder vaciar el misterio de amor que la cruz representa,
pero la cruz sí nos puede dar la respuesta última que todos los seres humanos
buscamos: «No es la sabiduría de las palabras, sino la Palabra de la Sabiduría
lo que San Pablo pone como criterio de verdad, y a la vez, de salvación» (JP
II, Fides et ratio, 23).