sábado, 7 de agosto de 2021


Querido Arzobispo Monseñor Carlos José Ñañez, ¡Bienvenido!

 “Reúnan todas las cosas más queridas para ustedes, las delicias más dulces que los dejen encantados, que hacen vibrar sus corazones: sonidos, cantos, armonías. En el cielo siempre habrá más, inmensamente más”

San Antonio María Gianelli

 

Córdoba, 6 de agosto de 2021

Estimado Monseñor:

En tiempos donde los encuentros tienen un mayor significado y expectativa, como espacios esperados para compartir  el sentir  y los mejores  deseos; anhelos y experiencias, pensamientos y  proyecciones, lo recibimos con alegría, desde nuestra memoria agradecida.

El haber compartido parte de nuestra historia escolar, lo hace cercano y compañero de camino, protagonista, actor insustituible del cotidiano, que se forja desde una historia irrepetible, rica y abundante,  manantial de buenos momentos, que se recuperan en el tiempo, para ser recordados con un corazón desbordante de vivencias.

Desde su vida personal, nos animamos a divisar a muchos rostros que marcaron su trayectoria como Arzobispo de Córdoba y también muchos desafíos, que seguramente desde la Palabra y el Espíritu, fueron asumidos y resueltos, con la fuerza y la convicción que sólo el Padre puede ofrecer.

Caminos estrechos, como los que recorrió nuestro Cura Gaucho, que necesitaron ser recorridos en la carretera de la vida,  con cautela, mirada atenta, a veces solo… otras con compañía, pero siempre con la mirada adelante con la confianza de quien conoce la meta y la satisfacción de la tarea bien hecha, porque no fue recorrido por un mandato sencillo, sino para ser Pastor de pastores, sostenido por el Espíritu Santo. Caminos abiertos, diáfanos, como un cielo bien celeste de las mañanas del campo cordobés, que invitaron a recorrerlo una y otra vez, porque las cosechas fueron abundantes y se podían multiplicar más, para compartir más. Caminos que al decir de Brochero: “promovieron al hombre en la tierra, pero con vistas al cielo”.

Próximo está ahora el tiempo de agradecer, todo el bien recibido en estos 50 años de entrega generosa como sacerdote; la gracia de un año más de vida y sobre todo la posibilidad de haber buscado, en la noche y en el día, el rostro amoroso de Cristo, en medio de un pueblo que lo necesita y reconoce su presencia en la Palabra y en la obra.

Como Comunidad Religiosa y Educativa, agradecemos el haber sido parte de nuestra historia escolar y provincial, cooperando con la Gracia de Dios y siendo artífice de su proyecto, que encierra toda la potencia del Amor sin límites, que invita a seguir sembrando el bien y difundirlo para su mayor gloria.



¡Muchas gracias, querido Monseñor!

Comunidad Religiosa y Educativa

Nuestra Señora del Huerto, Córdoba, Capital.




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