La fiesta de la
Visitación constituye esencialmente una invitación a contemplar a la Virgen
María, la Madre de Dios, que sale al encuentro de Isabel para ponerse a su
servicio. Al mismo tiempo, se trata de una nueva oportunidad para considerar el
poderoso llamado a vivir el amor generoso -amor que brota cuando Jesús habita
nuestro interior-. Pensar a María camino a casa de Zacarías e Isabel es muestra
suficiente de que la Madre de Dios jamás se cerró sobre sí misma sino que
estuvo siempre sensible y atenta ante las necesidades del otro. Se pone en
marcha para servir en las labores domésticas, mostrando su sencillez y el
profundo amor que tiene por Isabel. María, como madre que es, ama a cada uno
con un amor particular y nunca abandonará a ninguno de sus hijos.
Te invito a mencionar en qué momento sentiste que nuestra Madre te
socorrió, te acompañó o intercedió por ti, o algún familiar…