Pedimos
ante el Señor en favor de las almas de cuantos nos precedieron con el signo de
la fe y duermen en la esperanza de la resurrección, y por todos los difuntos
desde el principio del mundo, cuya fe sólo Dios conoce, para que, purificados
de toda mancha del pecado y asociados a los ciudadanos celestes, puedan gozar
de la visión de la felicidad eterna.