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Desde la fundación de la Iglesia el día de Pentecostés, el Espíritu Santo
es quien la construye, anima y santifica, le da vida y unidad y la enriquece
con sus dones.
Los siete dones del Espíritu Santo:
• SABIDURÍA: Nos permite
entender, experimentar y saborear las cosas divinas, para poder juzgarlas
rectamente.
• ENTENDIMIENTO: Por él,
nuestra inteligencia se hace apta para entender intuitivamente las verdades
reveladas y las naturales de acuerdo al fin sobrenatural que tienen. Nos ayuda
a entender el porqué de las cosas que nos manda Dios.
• CIENCIA: Hace capaz a nuestra
inteligencia de juzgar rectamente las cosas creadas de acuerdo con su fin
sobrenatural. Nos ayuda a pensar bien y a entender con fe las cosas del mundo.
• CONSEJO: Permite que el alma
intuya rectamente lo que debe de hacer en una circunstancia determinada. Nos
ayuda a ser buenos consejeros de los demás, guiándolos por el camino del bien.
• FORTALEZA: Fortalece al alma
para practicar toda clase de virtudes heroicas con invencible confianza en
superar los mayores peligros o dificultades que puedan surgir. Nos ayuda a no
caer en las tentaciones que nos ponga el demonio.
• PIEDAD: Es un regalo que le
da Dios al alma para ayudarle a amar a Dios como Padre y a los hombres como
hermanos, ayudándolos y respetándolos.
• TEMOR DE DIOS: Le da al alma
la docilidad para apartarse del pecado por temor a disgustar a Dios que es su
supremo bien. Nos ayuda a respetar a Dios, a darle su lugar como la persona más
importante y buena del mundo, a nunca decir nada contra Él
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Estos dones son regalos de Dios y sólo con nuestro esfuerzo no podemos
hacer que crezcan o se desarrollen. Necesitan de la acción directa del Espíritu
Santo para poder actuar con ellos.