Cada 28 de diciembre la Iglesia Católica recuerda a los Santos Inocentes, los niños que murieron por Cristo, el Mesías de la humanidad,
asesinados por órdenes del rey Herodes.
En un antiguo
sermón, exclamaba San Quodvultdeus con gran elocuencia:
"Todavía no hablan, y ya confiesan a
Cristo. Todavía no pueden entablar batalla valiéndose de sus propios miembros,
y ya consiguen la palma de la victoria".