OBRA DE MISERICORDIA CORPORAL PROPUESTA PARA EL MES DE MAYO
“VISITAR Y CUIDAR A LOS ENFERMOS”
Mateo 25: 31 – 46 "… Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me diste de comer; tuve sed, y me diste de beber; era forastero, y me acogiste; estaba desnudo, y me vestiste; enfermo, y me visitaste; en la cárcel, y viniste a verme."
El texto bíblico indica lo qué se tendrá en cuenta para la evaluación de cada persona: estuve hambriento y me diste de comer, desnudo y me vestiste, preso y me visitaste, enfermo y me cuidaste, sediento y me diste de beber… “
Las palabras de Jesús nos ayudan a verificar la calidad de nuestra solidaridad con los que más sufren. Si miramos el Evangelio, los enfermos son el colectivo a quienes Jesús dedica más tiempo; lo hace con atención individualizada, haciéndose próximo a hombres y mujeres concretos, a jóvenes, niños y gente mayor, personas con nombre y apellidos a las que dirige palabras de coraje y amor, y que acuden a él movidos por su fe. «¡Tu fe te ha salvado!», les dice Jesús.
Él se acercaba a los que sufrían aliviando su dolor. Sanaba a los leprosos, liberaba a los poseídos por espíritus malignos... Jesús demostró con Su Pasión... en esa locura de la cruz, que Su Misericordia siempre está actuando en nuestro favor
Y a nosotros, Jesús nos ha elegido, nos ha llamado para ir al encuentro de sus “hijos predilectos”, los necesitados, los pobres, los enfermos...Jesús nos hace un llamado urgente a ti y a mí para convertirnos en la sal de la tierra, para darle sabor la vida con el Vino de Su Evangelio y la caridad... Jesús nos ha elegido para ser reflejo de Su Luz con la única conducta humana que obedece la Voluntad de Dios, LA DE EJERCER LA MISERICORDIA CON TODOS, ESPECIALMENTE CON NUESTROS HERMANOS ENFERMOS. ...
Para entender la magnitud del Amor Compasivo y misericordioso del Padre, basta con que contemplemos su CORAZON TRASPASADO.
Muchas veces nos disculpamos por no visitar a los enfermos, alegando que estamos muy ocupados, que tenemos obligaciones más importantes y que además, no nos sienta bien emocionalmente. Seguramente en nuestras prioridades, no entra la de realizar Obras de Misericordia, porque nos olvidamos o simplemente, porque hacerlo resulta incómodo.
Conceder unos pocos minutos de nuestro tiempo y conversación a un enfermo, que pasa largas horas en su sufrimiento y soledad, tiene gran valor. Algunas veces no es ni necesario hablar, el silencio también comunica la presencia de alguien, a quien le importa su dolor. Puede que la visita no cure, pero conforta y anima, lo que es muy importante para el enfermo.
Tiene un gran mérito el tiempo empleado en leer algo a un enfermo, en escribirle una carta, en llamarlo por teléfono, o en aligerar el trabajo de alguien que tiene que cuidarlo. Es ofrecer con la presencia, un poco de aliento a quienes tanto lo necesitan. Visitar a los enfermos, nos hace mucho más humanos y más sensibles. Nos enseña a valorar el precioso don de la salud y de la vida, que Dios cada día nos regala.
Pidamos perdón a Dios por tantos pecados de omisión y abramos los ojos, observemos detenidamente nuestros ambientes y nos encontraremos con hombres, mujeres y niños abandonados, golpeados, desnutridos, pobres que están clamando al cielo, ¡Cuánto nos necesitan!... Y Dios que lo ve todo, espera que “vayamos y hagamos” algo en Su Nombre...
El espera que el dolor ajeno nos penetre hasta las entrañas y haga brotar de nuestro corazón esa generosidad con la que nos creó, El espera que los ayudemos para que descubramos el verdadero significado de lo que es ser misericordiosos.
TEXTOS BÍBLICOS
Mt 25,31-46 La invitación de visitar a los enfermos viene del mismo Jesucristo. Primero, con su ejemplo: acogía y curaba a muchos enfermos que encontró a lo largo de su vida. Después, con sus palabras, al recordarnos que quien visita a un enfermo visita al mismo Cristo
Lc 10, 29-37. La parábola del buen samaritano, es una de las parábolas más provocadoras: Como recordó Benedicto XVI “la liberación de dolencias y enfermedades de todo género constituyó, junto con la predicación, la principal actividad de Jesús en su vida pública”. La atención a los enfermos, a los ancianos y a los discapacitados ha estado presente siempre en la vida de la Iglesia, ocupando un lugar central.
DOCUMENTOS DEL MAGISTERIO DE LA IGLESIA
CIC nº 2186: Desde el ejemplo de Cristo, los bautizados sentimos la llamada a ser auténticos prójimos de nuestros hermanos enfermos. El domingo puede convertirse en un día dedicado a visitar a los enfermos.
CIC 1503 La compasión de Cristo hacia los enfermos y sus numerosas curaciones de dolientes de toda clase (cf Mt 4,24) son un signo maravilloso de que "Dios ha visitado a su pueblo"
CIC 1506 Cristo invita a sus discípulos a seguirle tomando a su vez su cruz (cf Mt 10,38). Siguiéndole adquieren una nueva visión sobre la enfermedad y sobre los enfermos.
CIC 1508 El Espíritu Santo da a algunos un carisma especial de curación (cf 1 Co 12,9.28.30) para manifestar la fuerza de la gracia del Resucitado.
CIC 1509 "¡Sanad a los enfermos!" (Mt 10,8). La Iglesia ha recibido esta tarea del Señor e intenta realizarla tanto mediante los cuidados que proporciona a los enfermos, como por la oración de intercesión con la que los acompaña. Cree en la presencia vivificante de Cristo, médico de las almas y de los cuerpos. Esta presencia actúa particularmente a través de los sacramentos, y de manera especial por la Eucaristía, pan que da la vida eterna (cf Jn 6,54.58) y cuya conexión con la salud corporal insinúa san Pablo (cf 1 Co 11,30).
JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO. MENSAJE DEL PAPA FRANCISCO (2015)
La Iglesia reconoce en los enfermos “una presencia especial de Cristo sufriente”.
también nosotros debemos dar la vida por los hermanos.
en el plan de amor de Dios, incluso en la noche del dolor se abre la luz de la Pascua , y de coraje para hacer frente a cualquier adversidad en su compañía, unidos a Él.
Jesús tomó sobre sí la enfermedad y el sufrimiento, transformándolos, a la luz de su Pasión, en una vida nueva en plenitud, que cambia las experiencias negativas en positivas.
siguiendo el camino de Cristo, que se entregó por amor, también nosotros podemos amar a los demás como Dios nos ha amado, dando la vida por nuestros hermanos.
la fe en Dios bueno se convierte en la bondad, la fe en Cristo crucificado se convierte en fuerza de amar hasta el final e incluso a nuestros enemigos.
Acercándonos con ternura a aquellos que están necesitados de atención llevamos la esperanza y la sonrisa de Dios en las contradicciones del mundo. Una generosa entrega a los demás que se convierte en el estilo de nuestras acciones.
María es el modelo cristiano para crecer en la ternura, en la caridad respetuosa y delicada.
La Santísima Virgen, madre de los enfermos y de los que sufren, permanece al lado de nuestras cruces y nos acompaña en el camino hacia la resurrección y la vida plena.
la Cruz “es la certeza del amor fiel de Dios por nosotros, que nos invita a dejarnos contagiar por este amor, nos enseña a mirar siempre a los demás con misericordia y amor, especialmente a los que sufren, a los que necesitan ayuda”.
CARTA APOSTÓLICA “SALVIFICI DOLORIS” nnº 28,30
28. La parábola del buen Samaritano pertenece al Evangelio del sufrimiento. Indica, en efecto, cuál debe ser la relación de cada uno de nosotros con el prójimo que sufre. No nos está permitido « pasar de largo », con indiferencia, sino que debemos « pararnos » junto a él. Buen Samaritano es todo hombre, que se para junto al sufrimiento de otro hombre de cualquier género que ése sea. (…)
Sin embargo, el buen Samaritano de la parábola de Cristo no se queda en la mera conmoción y compasión. Estas se convierten para él en estímulo a la acción que tiende a ayudar al hombre herido. Por consiguiente, es en definitiva buen Samaritano el que ofrece ayuda en el sufrimiento, de cualquier clase que sea. Ayuda, dentro de lo posible, eficaz. En ella pone todo su corazón y no ahorra ni siquiera medios materiales. Se puede afirmar que se da a sí mismo, su propio « yo », abriendo este « yo » al otro. Buen Samaritano es el hombre capaz de ese don de sí mismo.
30. Con María, Madre de Cristo, que estaba junto a la Cruz, nos detenemos ante todas las cruces del hombre de hoy. Invoquemos a todos los Santos que a lo largo de los siglos fueron especialmente partícipes de los sufrimientos de Cristo. Pidámosles que nos sostengan.
LOS SANTOS han contribuido como nadie a encarnar el rostro de la misericordia. Ellos son obras de misericordia vivientes. Son hombres y mujeres que vivieron hasta la extenuación esta obra de misericordia. Ellos nos estimulan con su ejemplo en el camino de la vida y nos ayudan con su intercesión.
Como ejemplo para la reflexión del mes, proponemos la vida y la obra de San Damián de Molokai, el “apóstol de los leprosos”.
Fue un misionero católico belga, de la Congregación de los Sagrados Corazones, que dedicó su vida al cuidado de los leprosos de Molokaʻi, en Hawái.
Se lo considera patrón espiritual de los leprosos, marginados, incluyendo a los enfermos de sida. Su fiesta se celebra el 10 de mayo. Fue beatificado en 1995 y canonizado el 11 de octubre de 2009. Refiriéndose al santo apóstol de los leprosos el Papa dijo:
«...Siguiendo a san Pablo, san Damián nos impulsa a elegir las buenas batallas. Nos invita a abrir los ojos sobre las lepras que, aún hoy, desfiguran la humanidad de nuestros hermanos y que apelan más que a nuestra generosidad, a la caridad de nuestra presencia de servicio...»
De sí mismo San Damián dijo “… me hago leproso con los leprosos; por eso cuando predico suelo decir: "Nosotros los leprosos". Quisiera ganármelos a todos en Cristo, como hizo San Pablo”.
“Como saben - les escribió a sus hermanos - hace ya mucho tiempo que la Divina Providencia me ha elegido para ser víctima de esta enfermedad. Espero ser eternamente agradecido a Dios por este favor. Me parece que esta enfermedad acortará y hará más cercano el camino que me llevará a nuestra querida patria. Con esta esperanza he aceptado esta enfermedad como mi cruz especial; trataré de llevarla como Simón El Cireneo, siguiendo las huellas de nuestro Divino Salvador. Te ruego me ayuden con sus oraciones, para obtener la fuerza de la perseverancia hasta que llegue a la cima del Calvario”.
PARA QUIENES QUIERAN PROFUNDIZAR EL TEMA, SE RECOMIENDA LEER:
Carta Apostólica “Savifici Doloris” nnº 28-30 - San Juan Pablo II -
“Deus Caritas est” nº 18 - Benedicto XVI -
En Internet se encuentra mucha bibliografía sobre Santos dedicados a los enfermos.
Mensaje del Papa Francisco para la Jornada mundial del enfermo 2016 (ver en Internet)
De los escritos de San Antonio Gianelli
“Usen con los enfermos aquella compasión que en similares circunstancias quisieran para sí mismos, recordando sobre todo que la persona enferma es muy distinta de una sana y que el mismo mal muchas veces la vuelve, no sólo tediosa, sino también triste, inquieta, impaciente… que de todas estas cosas, no se deben disgustar nunca, ni impacientarse, más aún, es necesario compadecerlas y ayudarlas más y mucho más rezar por ellas”
“Los co-hermanos laicos confortarán a los enfermos en sus cuerpos; y les dirán aquellas cosas que les darán aquellas advertencias que estimaran más adecuadas a la necesidad de cada uno…”
“Practiquen ejercicios devotos como visitas a los enfermos, a los muertos, la Adoración al Santísimo Sacramento…”
“Las que fueren destinadas, se considerarán como llamadas por Dios a uno de los más santos, pero también de los más difíciles ministerios”
“Tendrán siempre presente lo que nos dice el Señor, en el Santo Evangelio, que quien sirve a los enfermos, a quien sirve es a Él mismo; y por esto se acostumbrarán a ver en todos los enfermos la misma persona de Jesucristo, creyéndose, no solamente afortunadas, sino también indignas de poder servirlo”
“Serán amables y complacientes con los pobres enfermos y, sobre todo, incansables en la paciencia para con ellos…”
“No pierdan jamás de vista que aunque su ministerio sea cuidar a los pobres enfermos en el cuerpo, su principal fin, sin embargo, es salvar sus almas. A este fin, pues, atenderán y dirigirán siempre sus acciones. Cuando llegue algún enfermo, digan en su corazón: “Mi Dios me envía esta alma para que la ayude a salvarse…”
“No economicen esmero o cuidado para con los pobres moribundos…”
“… brindarán a las pobres enfermas todos aquellos piadosos y caritativos servicios que pudieran…”
“No se aburrirán de los más repugnantes ni se cansarán de los de carácter áspero y difícil. También se esforzarán, en cuanto sea posible, de vencer toda repugnancia de plagas, de tufos, etc. Se ocuparán más y con mayor caridad, de las personas más angustiadas y nada omitirán para consolarles, prometiendo también que rezarán y que harán rezar por ellas, principalmente si fuesen agonizantes…”
“A cada enferma que habrán asistido, antes de dejarla, le besarán la mano imaginando besar la mano de su divino Padre, Esposo y Maestro Jesús y dirán - Sea alabado Jesucristo”
“Sólo se elegirán como visitadores, aquellos que quisieran serlo y que, gracias a su buena conducta, se espera estén animados de verdadero celo y caridad…”
“Para que la visita sea hecha con verdadera utilidad para los enfermos y para los mismos visitadores, éstos procurarán tener siempre en el corazón lo que enseña el mismo Señor en su Evangelio, o sea que Él se esconde en los pobres Enfermos y que considerará como hecho a Él cuanto haremos por ellos. Por tanto, considerarán, como practicados en la misma persona de Jesucristo, enfermo y desfalleciente, todos los actos de caridad, que deberán ejercitar y se creerán afortunados”
“Mientras ejercitan con ellos los actos de caridad, podrán también sugerir al Enfermo algún buen sentimiento, para dar ayuda y alivio también al espíritu y ayudarles así a la salvación…”
Testimonios sobre la Beata M. Crescencia Pérez
“Su amor a Dios se reflejaba en el amor al prójimo, siempre; la alegría que proyectaba era un modo de querer a su prójimo; el servicio a los enfermos y las diferentes funciones que cumplía a favor de ello eran la manera habitual de mostrar su amor heroico por el prójimo…”
“Grande fue, por consiguiente, el amor de esta “dulce hermana" hacia Dios y hacia el prójimo en el espíritu de su santo Fundador, ayudando a los más pobres, los más abandonados y desheredados…Desarrolló el servicio de enfermera con gran espíritu de sacrificio, con gentileza y con serenidad, buscando de curar no sólo el cuerpo de los enfermos, sino también el alma: los consolaba, rezaba con ellos y por ellos cada día y, cuando podía, les enseñaba el catecismo. Pero sobretodo, ayudaba a los enfermos a soportar los sufrimientos con fe cristiana”
“Su inmolación por las almas no era sólo hecha de oración y de oferta espontánea, se manifestaba en la convicción de saber ver al Maestro en cada hermano o hermana: "Cuando lo hicieron con alguno de estos más pequeños... lo hicieron conmigo” (cfr.Mt 25,40). En esta luz ella vivió su vida de comunidad en las relaciones con las hermanas y en las formas variadas de apostolado que pudo ejercitar, en su vida breve y con su salud...”
“María Crescencia muestra una prueba clarísima de acto heroico en el amor, porque, sabiendo el riesgo que corría (el contagio que podía producirse en el Asilo Marítimo de Mar del Plata, en contacto con los niños enfermos de tuberculosis ósea), aceptó el pedido de ser trasladada a Mar del Plata y allí entregó su vida con la mayor naturalidad al servicio de los niños enfermos”
ORACIÓN:
Te suplicamos Señor,
que nos des un corazón generoso para socorrer al necesitado,
danos un corazón compasivo para llorar con los que lloran,
danos un corazón decidido para luchar por la justicia social,
danos un corazón fuerte para resistir la persecución,
danos un corazón valiente para no hundirnos en medio de las tempestades.
Danos sabiduría para encontrar el camino que nos conduce a la Paz.
Sopla Tu aliento de Vida y calienta lo que está frío, enciende lo que está tibio
Danos hambre y sed de Ti, dale sentido a nuestra vida
con la entrega gratuita al necesitado,
y acoge en Tu Compasivo Corazón las necesidades de cada uno.
Enséñanos a amar y a perdonar como lo haces Tú.
Gracias Señor Jesús porque sabemos que la espada del soldado
abrió en tu Corazón, un mar de Misericordia para el mundo entero.
Amén