4 de agosto: San Juan María Vianney,
el Santo Cura de Ars.
Día del Párroco.
Hoy
oramos por todos los Sacerdotes, especialmente por
nuestro querido Capellán, Pbro. Ernesto Carrazana
¡Gracias por tu acompañamiento y
por acercarnos al Señor en cada Eucaristía!
Que Dios te siga bendiciendo y te
fortalezca en tu Vocación.
Que atienda a todas tus
necesidades y te conceda cada día el ferviente deseo de una mayor Santidad.
¡Feliz Día, Padre Ernesto!
San Juan María Vianney, Patrono de
los Sacerdotes.
“Un buen Pastor, un
Pastor según el Corazón de Dios, es el tesoro más grande que el Buen Dios puede
conceder a una parroquia, y uno de los dones más preciosos de la Misericordia
Divina”
Santo Cura de Ars
San
Juan Bautista María Vianney (1786-1859), conocido como el Santo Cura de Ars,
debido al nombre del pueblo en Francia donde sirvió por muchos años:
Ars-sur-Formans, ubicado a 30 Km de la ciudad de Lyon.
San Juan María Vianney es el patrono de
los sacerdotes, en especial de los párrocos. Es considerado el paradigma del
buen confesor. Poseía dones extraordinarios como la profecía o la capacidad
para conocer las almas y penetrar sus intenciones. Fue un hombre muy humilde y
de gran discernimiento, modelo de pastor. En repetidas oportunidades, fue
blanco de los ataques directos del demonio, lo que supo enfrentar con su alma ligera,
fortalecida por la gracia, la mortificación, la oración y el servicio.
Su pasión por la salvación de las almas
lo llevó a pasar frecuentemente largas horas en el confesionario, con el
propósito, como solía decir, de “arrebatarle almas al demonio”.
Su sencillez fue ejemplar, al punto que
vivía desprendido de las cosas materiales. Regaló hasta su propia cama, por lo
que adquirió la costumbre de dormir en el suelo de su habitación. Llevó una
vida ascética: practicaba habitualmente el ayuno y cuando no, le bastaba comer
algo muy sencillo. Solía decir que “el demonio no le teme tanto a la disciplina
y a las camisas de piel, como a la reducción de la comida, la bebida y el
sueño".
Son bastante conocidos los episodios en
los que el demonio trató de amedrentarlo o distraerlo. En una oportunidad hizo
temblar su casa hasta por 15 minutos para que deje de orar; en otra ocasión
quiso que abandone la misa que estaba celebrando, causando un incendio en su
habitación. El santo mandó a otras personas a apagar el fuego y no se movió del
altar. También hubo noches terribles para él, en las que el demonio hacía
ruidos para no dejarlo dormir, mientras se burlaba sugiriendo que abandone el
ayuno.
A San Juan María Vianney también le
tocó vivir tiempos convulsionados, posteriores a la revolución francesa. Una de
las cosas que había dejado la revolución era un ambiente de incredulidad entre
mucha gente. Muchos se apartaron de la fe y cada vez eran más los que no
querían saber de Dios. El Cura de Ars se propuso atender esta necesidad
dedicándole mucho esfuerzo a la preparación de sus sermones. El Santo pasaba
noches enteras en la sacristía componiendo y memorizando lo que iba a decir,
consciente de la fragilidad de su memoria, poniendo todo su empeño para lograr
ser un buen predicador, hacerse entender y transmitir el Evangelio a
cabalidad.
Fue muy sensible a las necesidades de
su grey. Se ocupaba con mucho cariño de la instrucción de los niños en el catecismo
e intentó combatir las malas costumbres que apartaban al pueblo de la Iglesia,
especialmente los domingos: luchó para que los trabajadores no fueran obligados
a trabajar los fines de semana, o para que las tabernas permanezcan cerradas
ese día y la gente vaya a misa. Más de una vez causó polémica entre sus
feligreses cuando condenaba que se malgaste el dinero y el tiempo en
diversiones superfluas. En una de sus homilías llegó a decir "la taberna
es la tienda del demonio, el mercado donde las almas se pierden, donde se rompe
la armonía familiar”.
Con el tiempo, su popularidad fue
creciendo y llegaron a ser miles las personas que llegaban a Ars -incluso desde
lugares muy lejanos-, para confesarse con él.
San Juan María fue un hombre de
profundo amor por la Virgen María, a quien consagró su parroquia y su servicio
sacerdotal.
El sábado 4 de agosto de 1859, el Santo
cura de Ars partió a la Casa del Padre. Tenía 73 años. Fue canonizado en la
fiesta de Pentecostés de 1925 por el Papa Pío XI.
Fuente: ACI Prens