25 de noviembre
Día universal de acción de gracias
En efecto el
Catecismo de la Iglesia Católica nos recuerda que “Creer en Dios, el Único, y
amarlo con todo el ser tiene consecuencias inmensas para toda nuestra vida”,
(CCC 222); … esto implica, “vivir en acción de gracias: Si Dios es el Único,
todo lo que somos y todo lo que poseemos viene de él: ‘¿Qué tienes que no hayas
recibido?’ (1 Co 4:7) ‘¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?’”
(Sal 116:12) (CCC 224)
La Eucaristía es una acción de gracias, por ello, participar en la Eucaristía es agradecer todo lo
bueno que Dios nos da cada día.
Es
esencial al culto de Dios darle gracias por los beneficios recibidos. El don de
valor infinito que se ofrece en la Misa, Jesucristo mismo, y el acto de amor
infinito con que se ofrece, y nosotros con Cristo, unidos a Él en caridad, son
la mejor acción de gracias.
La Santa Misa es, entonces, un sacrificio de acción de gracias excelente e
infinitamente agradable a Dios, en compensación por todos los beneficios
divinos de los cuales el cielo y la tierra están repletos. El mismo Jesucristo
ofrece el sacrificio eucarístico para agradecer de nuevo por nosotros y suplir
las imperfecciones de nuestro reconocimiento.
Lo peor que nos podría pasar en estos tiempos de dificultades, es olvidarnos de
agradecer a Dios, por tantos bienes que nos da, aún en medio de las
dificultades, y aún las mismas dificultades.
Rendir
culto a Dios, ofrecerle el sacrificio de adoración y de acción de gracias, es
decir que uno reconoce que Él es bueno, que son buenas todas sus criaturas, que
es bueno que uno viva y que la vida es buena, es afirmar la bondad de la
existencia: y esa es la raíz profunda de la fiesta.
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